Mirada+Amor=Infinito²

Un texto que escribí y dediqué a la memoria de José Luis Sampedro y al que tengo especial cariño...

El funcionamiento del espacio-tiempo es algo que ha fascinado a la humanidad a lo largo de la historia. Einstein concluyó que el tiempo era relativo, que todo sucede en un abrir y cerrar de ojos; todo sucede aquí y ahora. Pero esa fabulosa conclusión no sacó a la humanidad del interrogante interior y, cuanto menos, hoy día, el espacio infinito es un misterio y la fugacidad de las cosas,  plausible antítesis, también lo es. La relación entre infinito y fugaz puede parecer que a priori se nos escape de las manos pero como dijo Jack el Destripador, vamos por partes. 

Primero, el universo tiene la edad de trece mil setecientos millones de años. Paraos unos segundos a pensar en esta cifra y luego seguís leyendo… Trece mil setecientos millones de años… Yo me mareo de pensar en tanto tiempo. ¿Qué significa entonces eso de fugaz? En comparación con ese tiempo para nosotros, la propia vida, ha de ser fugaz. Algo mucho más infinitesimal que un parpadeo para el universo. Y os daré otro dato: El universo observable mide, por lo menos, noventa y tres mil millones de años luz. Respirad, parad, pensad en esa distancia. Noventa y tres mil M-I-L-L-O-N-E-S de años L-U-Z.

¿Qué somos en mitad de todo eso? La filosofía humana lo resume cómicamente en la frase que se escucha en todo entierro, “¡¡¡no somos nadie!!!”. Pero quiero creer que sí, que somos alguien. Imaginaos a alguien en un día soleado de verano. Un desconocido. Imaginaos que la mirada de esa persona se cruza con la de otra en cualquier lugar de este planeta llamado Tierra y que los dos sienten algo especial el uno por el otro ¿Algo fugaz o algo infinito? En un universo de noventa y tres mil millones de años luz de extensión y de trece mil setecientos millones de años de duración, supongo que millón arriba millón abajo, imaginaos que esas dos miradas se cruzan un día y se enamoran coincidiendo en tal abismo de espacio y tiempo. ¿Qué probabilidad había en esa inmensidad de espacio y tiempo de que se cruzasen esas dos miradas? Justo esas dos. ¿Cuánto duró ese cruce de miradas en un punto concreto de este gran universo? Quizás menos de un segundo. Imaginaos este gran abismo de espacio y tiempo donde vivimos, el universo, y a continuación seguramente os sintáis muy pequeños. 

No sé vosotros pero yo, personalmente, daría mucho por volver a sentir lo que el desconocido que os habéis imaginado sintió en aquel cruce de miradas, en aquel intervalo de tiempo tan corto y tan interminable a la vez. Cambiaría todos los millones de años del universo por ese segundo. ¿De qué sirven todos esos millones de años y todo lo demás sin ese segundo? Un momento cortísimo que produce una sensación de inmortalidad que seguramente sólo sea una pequeña reacción química en el cerebro, pero que a la vez es más grande que este universo y los que dicen que hay más allá.

Después de ese segundo en el cual la mirada de nuestro desconocido se cruzó con otra mirada, seguramente viniesen algunos años en los que la perfección existió. En los que el tiempo se paraba y en los que las sonrisas duraban más de un millón de años luz. Seguramente también hubo un tiempo en el que el universo se le quedó pequeño a lo que sentían esos corazones y ese tiempo puede ser que durase tan sólo unos años, pero da igual porque para ellos sería infinito. Quizás nadie recuerde esos cruces de miradas cuando sus protagonistas ya no estén para recordarlos, pero si una mirada puede parar el tiempo y puede volverse más grande que el infinito entonces eso es digno de ser contado.

Fue fugaz. Lo fue todo y fue un parpadeo en el universo. ¿Fue real o fue inventado? Sólo duró unos años y se acabó como se acaba todo. Pero a mí ese cruce de miradas, todavía hoy, me parece infinito. Y me pregunto qué pensaría el universo si pudiese pensar ¿Qué diría si pudiese hablar? Yo creo que afirmaría tener envidia y sin dudarlo también afirmaría que cambiaría toda su duración, toda su inmortalidad, por sentir ese segundo y por esos años de perfección.

Y ahora, cuando acabe de escribir, voy a cerrar los ojos y a dejarme llevar porque el recuerdo es algo que nadie nos puede quitar, y voy a pensar en ese segundo. Hoy no estoy de luto por un fragmento de tiempo tan corto que casi pasó desapercibido, porque creo que lo infinito no muere nunca. Y el amor es inmensurable y ese segundo lo fue. El universo en cambio se le queda pequeño. Pues sí que se puede medir.

Comentarios

Entradas populares