Arqueología: ¿Pasión o dinero?, una decisión dolorosa.

Cuando nos falta algo que antes teníamos y que dábamos por hecho es cuando nos paramos a valorar lo que significaba para nosotros y lo que lo necesitábamos. Nos damos cuenta de cuánto lo vamos a añorar y de cuánto nos gustaba y nos aportaba. Este año será el primero en el que no vaya a una campaña de excavación después de 8 años y es que hay cosas a las que hay que renunciar por mucho que nos duela hacerlo.

Desde 2006, cuando todavía era estudiante de Historia, ya tenía programado el verano unos meses antes de que éste llegase. La estación estival era el momento en que los estudiantes de Arqueología hacíamos lo que más nos gusta, ir a excavar. Ya hace ocho años desde aquel primer verano en el que el profesor de Arqueología Ángel Fuentes me daba la oportunidad de asistir por primera vez a dos excavaciones arqueológicas, una de Arqueología de la Memoria Histórica en Uclés y otra en un formidable yacimiento romano castellano-manchego, la ciudad romana de Valeria. A partir de ese año y hasta el día de hoy siempre tuve el corazón dividido entre dos amores, la Arqueología de la Memoria Histórica y la Arqueología de la antigua Roma.

Y así transcurrieron los años, volando, hasta llegar a hoy. Llegaba cada verano y nos íbamos a excavar. Siempre coincidíamos los mismos y siempre había gente nueva. Cada año iban y venían desfilando caras nuevas, unos llegaban para quedarse y otros seguían su camino. Pero allí estaba yo cada año haciendo lo que más amaba, encontrando tesoros maravillosos como antiguos epígrafes, restos preciosos de grandes esculturas de bronce, capiteles con sus hojas perfectamente esculpidas y conservadas, tumbas visigodas en las que la preciosa hebilla de bronce del cinturón todavía seguía en su sitio y en cuyos dedos del muerto, en los huesos de sus falanges, todavía estaban sus anillos intactos. Bronce, plata, oro. Monedas con la cara de antiguos emperadores. Puestos a encontrar algunos incluso llegamos a encontrar el amor. En definitiva cada año desenterrábamos la Historia y ayudábamos a escribirla de alguna manera. Formábamos parte de ella. Lo que más me llenaba era hacer Arqueología de la Memoria Histórica, sacar del olvido y de sus fosas escondidas y olvidadas a aquellas personas que habían sido asesinadas por tener ideales democráticos, ideales diferentes a los de sus asesinos. Me llenaba devolver los restos mortales de esas personas a sus familiares para que, más de medio siglo después, pudiesen enterrarlos dignamente.

Llegó el año en que dejé de ser estudiante de Historia para empezar a ser arqueólogo. Hubo un verano en el que llegué a ganar mucho dinero al mes por ejercer mi profesión y eso significó una gran recompensa y un reconocimiento a todos los años de trabajo anteriores, pero también me enseñó que el dinero no lo es todo y lo importante que es la estabilidad para la vida en el mundo laboral. La Arqueología puede ser preciosa pero respecto al mercado laboral es lo más inestable que pueda existir. El PP ganó en Castilla-la Mancha y los fondos públicos se acabaron. El trabajo de arqueólogo no tuvo continuidad. Pero cada verano seguí haciendo esa Arqueología que tanto amaba, haciendo Memoria Histórica y devolviendo dignidad y reconocimiento moral a aquellos que se lo merecían y que habían sido enterrados por la Historia. En la actualidad sigo vinculado a mi profesión. Estoy acabando un máster y escribiendo el Trabajo Final sobre Arqueología de la Memoria Histórica, sobre la que este año he dado alguna conferencia. Pero la realidad es que este verano será el primero en el que no vuelva al campo a excavar y eso es algo triste sin duda. Porque no nos engañemos. En este país no se puede vivir de la Arqueología.

En cuanto a las excavaciones son sitios excepcionales. No hay gremio que beba más que el de los arqueólogos, eso decíamos los estudiantes de Arqueología. De día se disfruta en la excavación, que siempre empieza cuando sale el sol. Excavar, documentar, fotografiar y dibujar es nuestro trabajo. Ir de excavación es ir en familia porque trabajas, comer, vives y duermes con las mismas personas durante todo el tiempo que estás (unas semanas, un mes, varios meses). Después de la siesta a veces se hacen laboratorios y otras se utiliza para conocer sitios nuevos, hacer turismo por la región en la que se está o salir de bares. Dormir muy poco es lo normal, pasar las noches de verano entre risas con los amigos, contando batallas y disfrutando de una cerveza fresquita es lo habitual. Visitando lugares alejados de casa, conociendo siempre más. Conociendo, aprendiendo, disfrutando de la buena compañía y haciendo lo que nos gusta. Como unas vacaciones de verano haciendo lo que amas, eso son las campañas de excavación de verano.

Pero llega un momento en el que la realidad de este país te aplasta. Antes hacían falta arqueólogos en las obras de construcción y los Gobiernos autonómicos invertían en Arqueología de campo. El Estado daba muchas más becas, que eran por lo tanto más accesibles. Ahora, dicen, no hay dinero para fines como la investigación científica y la cultura y la Arqueología, como ya he dicho, no da de comer y hay que irse fuera o ser un crack para seguir viviendo de becas, muchas de las cuales no llegan a un sueldo digno. Por todo ello hay que hacer sacrificios y renunciar a lo que amamos y como el verano es una buena época para conseguir trabajo no somos pocos los que decidimos claudicar. Así pues este año he cambiado la árida tierra por la sombrilla al lado de una piscina para ser socorrista. Y es ahora cuando me doy cuenta con más fuerza de cuánto amaba lo que hacía y de cuánto lo voy a echar de menos, por ello animo a todo el que ame algo a que siga luchando por ello y que mientras pueda no lo abandone.

Me da pena no poder volver a excavar este año porque voy a estar todo el verano en Madrid trabajando, pero sin duda será una experiencia positiva que me abrirá nuevos horizontes. Conseguiré dinero para pagarme una matrícula el año que viene en quién sabe qué nuevos estudios y qué nuevas experiencias. Y sin duda seguiré vinculado a la Arqueología, la cual no abandono, quién sabe si comenzando el doctorado. Pero este año se acabaron las excavaciones. ¿Pasión o dinero? La pasión puede esperar mientras que el dinero, desgraciadamente, es indispensable. Así es, una decisión dolorosa, pero siempre disfrutando y sin abandonar un camino que siendo más largo y más difícil, será más dulce y sabrá a victoria.

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