Cargas policiales en las fiestas de Vicálvaro

Estoy intentando enterarme bien de por qué pasó lo que pasó en Vicálvaro, sobre todo tener alguna fuente policial que me aclare por qué se llamó a los antidisturbios, por ello este artículo y mi opinión sobre el tema está todavía en construcción. Lo de este sábado fue vergonzoso. Un policía municipal me decía: en lo que a mí concierne te pido perdón por esto. Yo me había acercado a hablar con él porque le conocíamos del día anterior. Un grupo de municipales se había acercado el viernes a decirnos que quitásemos la música a razón de que los vecinos se habían quejado. Muy correctos los policías, educados, simpáticos e incluso con ese buen rollo y ese saber estar ante el ciudadano. Es decir, esa forma de saber estar en la que un policía te muestra que está ahí trabajando para el bien común, para ti y no contra ti, por mucho que te diga que quites la música. Y nosotros lo hicimos gustosos.

Al día siguiente, el sábado, los mismos policías pasaban entre la multitud haciendo patrulla y comprobando que todo estaba en orden. Incluso uno de ellos se acordaba de nosotros y se paró a intercambiar palabras amistosas y un saludo con un miembro de mi peña. La policía municipal lo tenía todo controlado con la diferencia de otros años de que las fiestas de Vicálvaro estaban a reventar. Ningún año las he visto así. Siempre que se acaba el concierto sobre las 12,30 de la noche -este año a cargo de Dover- la gente empieza a desfilar paulatinamente hacia sus casas. Pero este año eran las 4,30 ó 5,00 de la mañana y el recinto ferial estaba a reventar. Fiesta de la espuma, peñas con sus carros y mucha, muchísima gente.

Las de Vicálvaro son unas fiestas en las que siempre se produce la típica pelea de una fiesta, pero los policías municipales siempre han podido controlar esas trifulcas. Hubo una en la que un hombre acabó herido en el suelo y en unos minutos, cosa insólita, habían llegado allí las furgonetas de los antidisturbios. Se bajan con la porra en la mano y con el casco puesto, empujando a la gente para que se dispersase ya antes de que nadie hiciese nada. Ellos ya venían preparados para la lucha, pero delante tenían a gente que había salido de fiesta un sábado, no una manifestación donde los que se quedan al final son gente que va a la gresca. Éramos un barrio de fiesta, ¿cómo se puede entrar a saco en un barrio de fiesta, con todo el recinto ferial lleno de gente?, ¿por un herido en el suelo?, ¿por una reyerta? No hacían falta lecheras de policía, hacía falta una ambulancia para llevarse al herido de allí; y los municipales de los que he hablado antes, los educados, hubiesen podido poner orden perfectamente ellos solos, de hecho cuando llegaron los antidisturbios aquello estaba en orden.

Pues bien, de repente llegan a toda ostia, alinean las lecheras mirando hacia dentro del recinto ferial, se bajan ya dispuesto a la gresca contra gente que estaba tan tranquila. Cascos puestos ¿para qué? que poca inteligencia, vaya manera de provocar. Porra en la mano ¿para qué?, sí ya, a los treinta segundos ya estaban corriendo detrás de todo el mundo y dando ostias a diestro y siniestro. Escudos gigantes que les cubrían... toda la parafernalia. Y la sensación que te da es que la labor de prevención, que es la más importante, se la pasan por el forro de los cojones. Que prefieren pasar a la acción y eso fue lo que sucedió.

En cuanto se bajaron empujaron violentamente a varias personas -cosa innecesaria- para que se alejasen del herido. Y en un recinto con varios miles de personas les cayó la primera botella de cristal -cosa que, como no, yo condeno con todas mis fuerzas- y ahí se reventó la fiesta. ¿Qué fue antes el huevo o la gallina? El antidisturbios te dirá que cargó porque recibió un botellazo pero estando allí te da la sensación de que son perros sedientos de sangre. Se bajaron de la furgoneta ya corriendo a por la gente, a empujarla violentamente sin razón, que eso es una agresión injustificada. Sucedió todo en pocos minutos. Todo el mundo corrió y el que se quedó a decir que de allí no se iba se fue con dos ostias bien dadas con la porra. No sé cuantos seríamos, pero seguro que unos pocos miles. Pues el recinto ferial quedó vacío en menos de un pestañeo. Los antidisturbios corriendo y la gente haciendo lo propio. Lo más surrealista de todo fue que le dieron a uno de esos policías simpáticos que iba vestido con el uniforme normal. El municipal iba por delante, estaba mezclado con la gente pidiendo que se marchasen y uno de los antidisturbios que llegó por detrás le dio a él también. Esto me lo contó el policía que me pedía perdón por lo bochornoso de la situación y yo, que no me lo creí en un primer momento, me lo tuve que creer cuando me lo contó un amigo que lo vio con sus propios ojos.

Lo que me pregunto es ¿por qué se llamó a los antidisturbios? Me gustaría enterarme y seguramente vaya a preguntarlo donde deba ir. Está claro que el que tomó la decisión desproporcionada de llamar a ese ejército vestido para la guerra fue quien reventó la fiesta. ¿Qué pensaba que pasaría? Solo era cuestión de segundos que se montase un buen barullo. Es darle una ostia a una colmena de avispas. En cambio si se hubiese dejado actuar al dispositivo policial que allí estaba, esos hombres educados y respetables del día anterior, nada de esto hubiese pasado.

Al final a los antidisturbios les llovieron botellas y ellos repartieron ostias. Lo peor de todo, como ya he dicho, es que era una fiesta, nada más. Eran, éramos, ciudadanos celebrando las fiestas de nuestro barrio. Esto es un marcador más de los tintes y matices antidemocráticos que ha tomado nuestra sociedad, y más la capital, desde que comenzó eso que ha dado en llamar "crisis". Una sociedad en la que te da la sensación de que no estás seguro ni en las fiestas de tu barrio, y ya no porque se vaya a acercar por detrás un maleante y te vaya a apuñalar -cosa que por supuesto no pasa- sino porque las fuerzas de seguridad del Estado se presentan allí y te echan a ostias.

Si me entero por qué se llamó a los antidisturbios escribiré sobre ello, pero creo que en esa llamada estuvo el fallo, allí no hacían falta para nada. Y comprendo que un antidisturbios cargue cuando se le lanza una botella, pero es que en esta ocasión ese antidisturbios no debería haber estado allí. Al final, en mi opinión de testigo y también la de muchos amigos que vieron las escena, es una mala gestión de los mandos.

Aquí dejo una foto del recinto ferial alguna hora antes de que se produjesen los hechos. De derecha a izquierda nos barrieron y en poco más de un minuto aquello estaba vacío.


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