Mayoría silenciosa, desalojos y esperanza.

No me puedo creer como han cambiado las cosas. Cuando empezó la crisis (¡ya hace 5 años!) recuerdo que no nos perdíamos ni una manifestación. Llegó el 15M y abarrotamos las plazas, los telediarios y las portadas de todo el mundo. Fuimos, desde Madrid, un soplo de aire fresco en los ideales anticapitalistas para todo el mundo, fuimos los pioneros en una forma nueva de hacer política que sin duda se sigue viendo reflejada en las acciones de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, con Ada Colau como cabeza visible. Creo que esa ha sido la herencia más visible del movimiento, la PAH y la paralización de muchos de los injustos desalojos producidos por la banca española.
Y no me pregunten que ha pasado desde el 2008 y desde el 15M a esta parte (porque han pasado tantas cosas que no sabría por donde empezar) pero sé que la calle se ha rendido y que, a la larga, el capitalismo se ha perpetuado por una o dos centurias más. La policía nos a reprimido y nos han metido el miedo en el cuerpo a base de brutalidad y, como ya sabrán a estas alturas, el miedo es el mayor enemigo del ser humano. Resulta contradictorio que sea la policía, un cuerpo de funcionarios al fin y al cabo, los que hayan sido los perros de presa de un gobierno que ha defendido a capa y espada los intereses de la pequeña minoría financiera de este país. Los policías, funcionarios por cuyos derechos se ha luchado en las calles eran los que han reprimido los movimientos sociales.
Nuestra única arma ahora mismo son las siguientes elecciones al Parlamento Europeo, donde por lo visto ya se deciden más cosas que nos afectan allí, en la propia Bruselas, que en Madrid. Si el Parlamento Europeo resulta ser de izquierdas a lo mejor los trabajadores europeos dejamos de ser pisoteados por los políticos neoliberales y por los neoliberales neocapitalistas, por eso es muy importante votar para las europeas. Nuestra segunda arma son las elecciones generales siguientes en España. Si sale el PP de nuevo, esos herederos de Alianza Popular y a su vez del franquismo, la clase trabajadora estará más perdida de lo que lo está ya.
Decía que no me puedo creer como han cambiado las cosas. Ahora ya ni leo el periódico cuando antes se podría decir que era un activista social en la red. Después de la última Huelga General, donde muchos fuimos agredidos por la policía, algo cambió para muchas personas. ¿En qué cabeza de un demócrata concienciado cabría agredir a unos manifestantes que están ejerciendo un derecho, el derecho a huelga, que otorga la Constitución? La misma Constitución que debería ser lo más sagrado que tenemos en este país, más que cualquier cruz, cualquier estrella de David o cualquier media luna.
Personalmente llevaba unos tres años en las calles, luchando sin parar, cansado de carreras delante de una policía que en vez de defender nuestros derechos y ponerse de nuestra parte acataba impasible las órdenes de Cristina Cifuentes (no olvidemos como en la tardía Rusia zarista la Guardia Real se puso del lado de los que protestaban en los alrededores del Palacio de Invierno demostrando como las armas también se pueden poner del lado de las causas justas). Pero nos cansamos de luchar, ¿y por qué? La respuesta es complicada. Estar en guerra permanente es algo que cansa físicamente pero también psicológicamente. Ir a cada manifestación, cortar calles, aguantar cargas, gritar, hacer piquetes... pelear. Y peleas por todos, no sólo por ti. Peleas para que los que vienen puedan disfrutar de la sanidad y de la educación que has disfrutado tú, para que si tu hijo quiere ser abogado o médico lo pueda ser y no solo pueda serlo quien pueda pagar una carrera de 100.000 euros en una privada. Luchas para cobrar 10 euros la hora como cobraban tus padres y no 4 euros la hora, como se cobra ahora. Luchas para poder librar los fines de semana y no cualquier día que la empresa te quiera dar entre semana. Luchas por dignidad, por poder irte de casa, y no lo haces por ti, lo haces porque crees en la solidaridad y en la igualdad de todas las personas como cualquiera que se diga ser de izquierdas.
Pero luego observas a esa mayoría silenciosa de la que tanto se habla últimamente. La gran mayoría que son los que viven su día a día, su rutina sin importarles nada de lo que pase. Podría salir en la tele que la democracia se ha acabado y que ahora España es una dictadura fascista y al día siguiente esa mayoría silenciosa se levantaría e iría a trabajar de nuevo tan tranquila. Y dirían ¿y qué quieres que haga? Sin duda una de las razones por las que se ha dejado de luchar como se hacía entre 2010-2012 es el cansancio psicológico de ver que a la gran mayoría le da igual que el agujero millonario de la banca se haya financiado con dinero público que tendremos todos; pagar nuestros abuelos, nuestros padres, nosotros, nuestros hijos y nuestros nietos... pero aquí no pasa nada, preferimos ser los autómatas de la mayoría silenciosa. Así pues uno se cansa de luchar por gente a la que le da igual todo. ¿Por qué no decirlo? Gente vacía. Así que ahora ya ni leo el periódico, soy uno más de la mayoría silenciosa, un ignorante, un perdido, un ser sin principios sociales ni políticos al que le da igual dictadura o democracia. No pienso luchar por nada ni por nadie porque me he cansado de que la mayoría silenciosa se ría de mí, ahora yo soy ellos y no pienso mover un dedo. Podría haberme afiliado a un partido para luchar por los derechos de mucha gente, podría haberme hecho activista de alguna causa pero... a la mayoría silenciosa eso le da igual.
No obstante hoy era mi día de descanso y he clicado en elpais.com harto de las noticias de la tele que son igualitas a las del NO-DO; he topado con esta noticia http://ccaa.elpais.com/ccaa/2013/10/16/catalunya/1381907008_727527.html
Si la leéis os fijaréis en que ha tenido que venir el Tribunal Europeo de Derechos Humanos a parar un desalojo. A parar a esos animales de la policía que se excusarán con que no tienen capacidad de elección quizá sin saber que siempre hay capacidad de elección. La noticia es un chorro de luz dentro de tanta mierda, un chorro de esperanza dentro de tanta mayoría silenciosa... o silenciada. ¿Han visto Leyendas de Pasión? En esta película William Lodlow (Anthony Hopkins) se retira a las Montañas Rocosas asqueado del mundo occidental. Así me veo ahora, como William Lodlow, el ejemplo perfecto de la mayoría silenciosa. Amén peperos, habéis hecho vuestra revolución a base de mentiras, la revolución neoliberal, y os ha salido a pedir de boca. Yo me retiro a las montañas de la ignorancia con mis amigos silenciosos o silenciados, que alguien me de unas ovejas que me voy al monte.

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