Y después de hablar con Francino en la Cadena Ser... hay que cantar a la esperanza

Antes de nada quería dar las gracias a las miles de personas que leyeron la anterior entrada sobre la situación de los barrenderos en Madrid y, como no, también al programa La Ventana de Cadena Ser por interesarse por la huelga de barrenderos y por mi situación personal que por otra parte no dista mucho de la de la mayoría de jóvenes con una alta cualificación técnica en este país.

Dicho esto querría hacer algunas puntualizaciones sobre alguna de las cosas que se hablaron en la radio el otro día. En una cita muy interesante se dijo que habiéndome formado como historiador y arqueólogo y estando trabajando de repartidor y de mozo de almacén estaba varado socialmente en una posición que no era la que me correspondía. Vamos a partir de la base de que quien esto dijo lleva toda la razón del mundo: No estoy donde me corresponde, pero a continuación viene un matiz tan grande que lo dicho anteriormente queda puesto en duda o cogido con pinzas y de nuevo en esto creo que no soy un caso único sino que me cuento entre uno más de esos jóvenes españoles.

No estaremos donde nos corresponde pero el matiz viene cuando señalo con fuerza lo siguiente: NO ESTAMOS VARADOS. Los grandes cambios llegan siempre de las grandes crisis y nosotros no nos rendimos, nos reinventamos y estamos andando nuevos caminos que sin duda no hubiésemos andado si nuestras vidas hubiesen ido por los raíles que nos habíamos predestinado a recorrer hace unos años. Nada es como me lo imaginé cuando tenía 18 años; yo quería ser profesor de Historia pero me encontré con la Arqueología que me atrapó y me fascinó. Cuando por fin acabé la carrera trabajé durante una campaña de excavación (después de muchos años de prácticas) como empleado público, con un sueldo muy jugoso, haciendo lo que amaba hacer. ¿Y saben que aprendí? Que el ascenso en el ascensor socio-profesional y el ascenso en el ascensor del crecimiento personal y de la búsqueda de la felicidad no eran el mismo ascensor.

Nada importó porque la crisis se valió por sí sola y lo hundió todo, no bastó la lucha y la protesta ciudadana y así perdimos esta batalla contra el gran capital. Todo se resume en que ellos, capital financiero e inmobiliario, se hundieron y para recapitalizarse han cogido todo el dinero público que han querido y más. Así lo verá la Historia: "La gran victoria del capitalismo" será el título de ese capítulo a estudiar en los institutos. Y la derrota, al menos coyuntural, de la clase obrera y del proyecto social del Estado del Bienestar.

Y en medio de todo ello nosotros buscándonos la vida, los jóvenes altamente cualificados SOBREVIVIENDO aquí pero también llenando aviones a miles (exiliandonos de nuestra tierra como tantos otros españoles a lo largo de la Historia), seguros de que cuando acabe todo esto vamos a estar más arriba que cuando empezó. Porque una de las pocas cosas buenas que tiene el capitalismo es que es un sistema cíclico; volverá a haber puestos de trabajo, volverán las oposiciones y la demanda de empleo privado y nosotros estaremos allí mejor formados y con nuevos sueños, nuevas expectativas y nuevas metas que ya nos planteamos; con más idiomas, con más aplomo, más experiencia y más confianza. Porque llegaremos a los 30 y luego tendremos 40 y luego 50 y quiero creer que esto no es más que algo que, en lo personal, nos hará mejores (que en lo social nos ha dejado k.o.).

A pesar de todo sé que puedo contar muchas victorias, la más importante la de no haber tenido que emigrar y haberme buscado la vida en mi casa que es Madrid. Mucha gente que se ha ido no solo está sobreviviendo económicamente en trabajos no cualificados sino que también están lejos de aquellos a los que aman. Porque para mí emigrar es la expresión última de lo mal que van las cosas en este país. Emigrar es desarraigo, es alejarse de las raíces, de tu día a día, de tus calles y lo que es peor, de tus seres queridos. Tiene que ser muy difícil, y no quiero ni imaginar cuanto, para todos esos jóvenes amigos que veo marcharse a decenas. Y eso me hace sentirme fuerte y afortunado porque pienso que no han podido echarme de mi país, que aunque me hayan dejado sin futuro profesional cualificado sigo aquí viviendo como quiero vivir y eso es un triunfo. Quiero creer que cuando todo esto acabe habré llegado más alto que si esto no hubiera pasado o me habré muerto en el camino pero morir intentándolo tiene que ser tan dulce como conseguirlo ya que se ha de saber que uno no se ha rendido. Por eso no estamos varados, porque resistimos y luchamos por vivir nuestras vidas, porque lo profesional no lo es todo y la felicidad, apréndanlo bien porque a mi me lo ha enseñado esta crisis, está detrás de aquellas cosas que no se pueden comprar ni con todo el dinero del mundo y que el capitalismo no nos puede quitar.

Así pues aquí resistimos todavía muchos jóvenes, luchando por una sociedad más justa y ayudando a un verdadero cambio que llegará en el futuro a base de remover conciencias; porque resistir y no marcharse al exilio es lo que me hace ascender cada día al ático de mi vida donde veo atardecer y me digo: Tranquilo, estás exactamente donde tienes que estar.

Señores y señoras de la radio tengo un mensaje para ustedes: Hemos perdido. Ya da igual que el PP se hunda en las siguientes elecciones porque ya han ganado y han hecho todo lo que querían hacer. Han recapitalizado a los bancos con dinero público y han hundido un poco más un Estado del Bienestar (que está pagando una deuda que no es la suya) para que ellos y los de su calaña se lucren. La lucha, la de luchar hasta sangrar delante de la policía, ha quedado atrás (2008-2012) y ellos se irán. Señores y señoras de la radio hablen de esperanza, sumen y dejen de buscar en los recovecos de la sociedad historias tristes que contar. Busquen cantos a la esperanza, saquen sonrisas porque del lado malo de todo esto ya estamos hastiados. Sumen señores y señoras de la radio porque ustedes, los medios de comunicación, tienen el poder de convencer a la gente y si ahora hace falta que prediquen algo, ese algo es esperanza.

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