Mi regalo de cumpleaños: 5 eurodiputados

Hoy he escrito la frase más bonita que jamás escribiré. No puedo dejar de llorar de felicidad, le he contestado con sinceridad a mi amigo Álvaro Carvajal después de que me felicitase por chat. Han sido unos meses excepcionales cerrados por un broche de oro. Todo empezó a principios de este año con la inauguración de Podemos como nueva formación social que no tardaría en convertirse en partido político. Lo que vino después es ya sabido por todos y a los que lo hemos vivido desde dentro nos ha parecido una vorágine de ilusión y trabajo que ha dado sus frutos.

Cuando se creó Podemos ni si quiera se pensó en un principio en presentar la iniciativa a las elecciones europeas, era algo más encaminado a las elecciones municipales y autonómicas de 2015, pero la ilusión sobrepasó los poros de nuestra piel y empujamos a una causa social venida del 15M (de una nueva manera de hacer política para una gran mayoría social que ya existe) a convertirse en un partido político que se presentase a las europeas. A algunos les daba miedo convertirse en partido político, como si intentar llegar al feudo donde se toman las decisiones soberanas para hacer justicia no fuese lo suficientemente justo. Pero soñábamos con conseguir un eurodiputado para empezar.

Nos enfrentamos a todo porque todo era nuevo, pero las convicciones estaban claras y a cada problema se le ha encontrado la mejor solución posible con el tiempo pisándonos los talones (cosas que habrá que mejorar ahora que hay tiempo). La organización en círculos, las primarias abiertas (que han marcado una diferencia sustancial), los actos de presentación a lo largo y ancho de cada pueblo, ciudad y barrio, las horas de no dormir, un líder que cuando hablaba en televisión la gente le entendía y le apoyaba, la organización de la campaña y el trabajo de cada hormiguita que ha construido y sigue a partir de mañana construyendo esta montaña que ya es Podemos.

Hoy, domingo, he ido a votar y tenía la sensación de que conseguiríamos más de un eurodiputado, quizás el doble o el triple, es decir, dos o tres. Tres era un sueño. Y a las 23 horas estábamos muchos de los miembros del círculo pegados a la televisión de un bar celebrando que en Vicálvaro éramos la tercera fuerza política y en Valdebernardo segundos (lo sabíamos por las cifras que manejaban nuestros apoderados).

De repente aparece la foto de Pablo Iglesias en TVE y vemos que somos la cuarta fuerza política del país y estallamos en abrazos y en sonrisas y en gritos. ¡SI SE PUEDE, SI SE PUEDE, SI SE PUEDE...! ¡Eso es fruto de tanto curro y de tanto pegar carteles! se le oye a uno. ¡Esto es gracias a vosotros! dice otro. Y yo no puedo articular palabras, solo quizás un ¡vamos! entre tanto abrazo y tanto golpe en la mesa a modo de percusión para acompañar cánticos de alegría.

Ahí estamos chicas y chicos, mujeres y hombres, ancianos y ancianas. Y estamos para quedarnos porque queremos hacer lo que es justo para la gran mayoría, porque no es justo rescatar a un banco y no a una persona, porque la sanidad y la educación no se venden, porque a nosotros no se nos vende. Nos vamos a quedar y les vamos a echar de su poltrona porque no se merecen estar ahí más. Ahora el miedo sí que ha cambiado de bando, un bando que nos ha intentado silenciar en los medios pero que no ha conseguido acallar nuestra voz, la del pueblo que ha hablado en las urnas.

Por fin, cuando ya bajaba la calle san Cipriano hacia mi casa, con el corazón encogido e incrédulo, me llama mi amigo Iván Manuel: ¡¡¡FELICIDADES!!! me dice muy contento. ¡Lo hemos conseguido, ha sido increíble, cinco eurodiputados! Hablamos un poco de los resultados y me dice: he sido el primero en felicitarte. Yo le contesto que no, que ya he recibido llamadas y mensajes de gente felicitándome por los resultados, a lo que él me contesta que no me habla de eso: ¡¡Felicidades por tu cumple!! Y yo contesto sorprendido: ¡¡¡Aiba, que es mi cumple, se me había olvidado! Y estallamos en risas. Hoy era mi cumpleaños y lo había olvidado por completo. Ya habían pasado unos minutos de las doce y, efectivamente, mi amigo Iván ha sido el primero en felicitarme. Vaya fin de semana perfecto. Al llegar a mi casa me pasa lo que nos pasa a todos cuando estamos muy felices; me acuerdo de la gente a la que quiero (de la que todavía está y de la que se ha ido), y en la soledad de mi habitación no puedo dejar de llorar de felicidad porque lo hemos conseguido, porque han sido 4 meses de duro trabajo de todos los miembros de los círculos; porque he visto a la gente dejarse la piel, porque son cinco eurodiputados que jamás hubiésemos imaginado y que nos han costado mucho esfuerzo y remar contra viento y marea (¿de qué sirven las encuestas si no aciertan ni una y nos engañan?), pero sobre todo, porque lo que pedimos, lo que defendemos, es de justicia y es de sentido común.

Gracias a todas esas cientos de personas que durante estos meses habéis empujado con sonrisas de complicidad, con un "os voy a votar", con una "¿qué es Podemos?", con un grito de ánimo que nos daba fuerzas para seguir a las cinco de la mañana pegando las calles y compartiendo este proyecto que es vuestro.

Y ahora a mirar hacia adelante porque esto es sólo el comienzo. Más trabajo y más ilusión desde la semana que viene, porque el círculo de Vicálvaro ya se pone a trabajar esta misma semana en nuevos proyectos. Vamos a llegar a gobernar, primero en Madrid y luego en España; hemos llegado para quedarnos.




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